El despertar

Buenos días, queridos lectores. Hoy es un nuevo día para la blogosfera. Hoy vuelve a ver la luz vuestro putrefacto servidor, El Zombie Verde. ¿Vuelve a ver la luz? Exacto. No siempre fui un zombie, ni mucho menos verde... simplemente llegó un día en que, a mis ojos, la luz se apagó... hasta hoy.

Vereis, que yo recuerde mi vida no era mala del todo, con lo que los más fatalistas podréis ir descartando la cobarde hipótesis del suicidio. Ahorrándoos molestos detalles de fechas, lugares de trabajo y preferencias sexuales, mi vida era bastante decente y polifacética.

Para entender esto debéis saber que me crié rodeado, pese a los futiles intentos de mis padres por devolverme al redil, de toda la subcultura que pude acumular en mi habitación y mi cerebro. Podemos decir que todo comenzó como suele comenzar en algún momento de la infancia del pre-friki medio: los dinosaurios. De ahí a los comics, de los comics a las películas de tiros, de las películas de tiros a los libros de fantasía, de los libros de fantasía a los juegos de cartas coleccionables, de las cartas coleccionables a a las miniaturas, de las miniaturas al rol, del rol a los videojuegos, de los videojuegos a las series de culto, de las series de culto a las películas de serie B, y de la serie B directo a la blogosfera.

Sí, exacto, la llamada espiral del frikismo obró en mí desde que tengo uso de razón, pero no por ello mi vida era un constante ir y venir desde la tienda de tebeos hasta el videoclub acompañado de movimientos de hombros arriba y abajo, no. Tenía una vida polifacética y ajetreada, una vida normal, con tiempo para todo, como la de Dexter pero sin lo de matar gente por las noches... Pero también tenía un blog, un blog que era una amante exigente y que me apartaba de todo lo demás, como le hacía el simbionte al anormal de Peter Parker, sólo que yo molaba y el nerd ese no valía ni para zurcir mierdas con un látigo.

Ese blog tuvo que morir. No conseguí acabar con él a la primera, por supuesto. Al igual que el Anillo Único, el blog tenía sus propios mecanismos de preservación y autodefensa. Sobrevivió a varias tentativas privadas de eliminación. En algunos casos eran amigos, en otros conocidos, otras veces era mi propia conciencia la que me impedía darle al botón de suprimir. El blog sobrevivía gracias a todos ellos y sus comentarios, sus frases cuidadosamente dirigidas a la preservación de mi página web. Sin embargo llegó el día en que acabé con él. Ese día simplemente lo hice público: el blog se terminaba. Fue una liberación. Algo así como cuando El Santo de los Asesinos mataba a Dios y por fin podía descansar.

Una parte de mí murió con él.

Esa parte ha despertado. Está aquí y tiene hambre. Pero es un hambre diferente a la que tenía en vida. No en vano, dentro de mis múltiples pasiones vitales se encontraba toda la temática relacionada con el mundo de los muertos vivientes.

Es por eso por lo que, como si de una abyecta y vil aberración sedienta de sangre se tratase, emerge en este apartado rincón de la red, yermo desde tiempos inmemoriales, El Zombie Verde. Vuestro impío y blasfemo servidor, que espera acompañaros en un futuro a través de innumerables cementerios, profanar con vosotros cientos de tumbas, dar testimonio de la propagación de virus asesinos, pasear agarrados de la mano a través de yermos devastados por el canibalismo y la antropofagia.

El género zombie como sólo un zombie puede tratarlo.

¿Aspiraciones? Un par de posts o tres por semana. Reseñas, avances, novedades y noticias relacionadas con el mundo zombie.

Despierta El Zombie Verde.